China intenta sin éxito cerrar los mercados de animales vivos
Tras once semanas de confinamiento, Wuhan ultima su puesta de largo para reabrirse al mundo este miércoles. ¿Toda la ciudad? No. Cerca de la estación de tren de Hankou, al final de la avenida Xinhua, el mercado de Huanan, donde se sospecha que surgió el coronavirus, dormita acantonado tras una valla protectora azul. A sus naves comerciales, guardadas por persianas metálicas que a su vez vigilan agentes de la ley, tan sólo se permite entrar a los operarios protegidos con aparatosos monos blancos. Su misión, seguir con las tareas de desinfección y la recogida de muestras en busca del supuesto origen de la Covid-19, que ya ha dejado 75.000 muertos y más de un millón de infectados en todo el mundo.
Cuando estaba operativo, este zoco cumplía a la perfección con el dicho popular: “En China se come todo lo que vuela menos los aviones, todo lo que nada menos los barcos y todo lo que tenga patas menos las mesas”. Además de verduras, pescado o marisco fresco, en el ala oeste del complejo había a la venta, vivos o a trozos, cocodrilos pequeños, puercoespines, perros, ratas de bambú, crías de lobo, avestruces, patos, civetas, marmotas, conejos, serpientes o pavos reales. Un zoológico gastronómico que tuvo que echar el cierre el 1 de enero después de que varios de sus comerciantes y clientes comenzaran a mostrar síntomas de una nueva y extraña neumonía.
Fuente: lavanguardia.com