China, el motor de la UE para ganar autonomía industrial


La relación entre los veintisiete y su mayor socio comercial vive momentos de tensión ante las advertencias de una fragmentación geoeconómica que divida el globo en bloques y la UE prepara nuevos mecanismos para hacer frente al dragón.

Con la fragmentación geoeconómica llamando a la puerta, la Unión Europea (UE) mira de cerca su relación con China. La crisis del Covid-19 ha aumentado la preocupación europea sobre su producción industrial y las debilidades de su cadena de suministro, lo que obliga a revisar los acuerdos con su máximo socio comercial: China, con quien transaccionó 587.000 millones de euros en 2020 y anotó un déficit comercial de 181.000 millones de euros.

Además, la relación entre China y la UE se tensó aún más el pasado año con la sucesión de sanciones cruzadas entre ambos territorios por la denuncia de vulneración de derechos humanos en la región china de Xinjiang. El choque llegó también a la Organización Mundial del Comercio (OMC) después de que China iniciara un boicot contra los productos lituanos por la relación del país báltico con Taiwán, que abrió una embajada en Vilna.

China cesó las importaciones a Lituania y acabó también por bloquear cargamentos de Alemania, Suecia y Finlandia que guardaran relación con el país. Tras el inicio de la guerra en Ucrania, el esfuerzo de la Unión Europea por reducir su dependencia de Rusia y la postura de China en el conflicto han agudizado sus reticencias a aumentar las relaciones comerciales en la región, según el informe anual del Euorpean Think Tank Network on China.

La UE calcula que, de los 34 productos vulnerables que la UE ha de importar, China es la principal fuente, hasta un 52% de su valor. En concreto, la unión cuenta con una alta dependencia de China para diversos ingredientes de los productos farmacéuticos y materias primas que se requieran para realizar la transición ecológica, como baterías de litio.

Por ahora, la UE ha puesto en marcha medidas como aumentar el almacenamiento, recolocar la industria, tanto entre los 27 como en países afines, y diversificar la excesiva dependencia a proveedores únicos. Además, se han propuesto otras medidas que afectarían a la relación comercial entre ambos territorios como una regulación “para hacer frente a las distorsiones causadas por las subvenciones extranjeras en el mercado único”, propuesta por la Comisión Europea el pasado año, o el Mecanismo de Ajuste de Frontera de Carbono, para gravar los objetos contaminantes importados fuera de la UE.

Desde la organización especializada en las relaciones entre la Unión Europea y China proponen la revisión de las políticas de competencia y la fusión de actores europeos para aumentar su masa crítica y sus posibilidades de competir a escala global. El think tank también recomienda que la UE no pierda de vista los Balcanes. “Si la UE quiere ser un actor geopolítico, tiene que empezar a abordar la creciente influencia en terceros países, como en los países candidatos a la adhesión a la UE”, sostienen desde la organización, alegando que, si los 27 no ocupan el espacio, otros países se acercaran a las puertas de la frontera Schengen.

España no teme al gran dragón

La pandemia de Covid-19 sirvió para subrayar en la vulnerabilidad de España frente al comercio exterior, sobre todo con los productos médicos o los semiconductores. Sin embargo, la organización apunta que la vulnerabilidad ante China es un debate que permanece como “marginal” en la sociedad española.

“De hecho, la dependencia de España de China se enmarca principalmente en el ámbito de la UE, con la preocupación por la vulnerabilidad de la UE y la enorme dependencia de fuentes de suministro muy limitadas, y se reclama una autonomía estratégica europea”, aseguran desde la organización. Por ello, el Etnc sostiene que los empresarios y directivos españoles no están prevenidos ante las dificultades y los cambios que ha de realizar la UE frente a China.

En el corto plazo, la organización no prevé que el cambio de estrategia frente a China tenga un gran impacto en la cadena de suministro en España, por lo que no se prevén relocalizaciones ni una rápida diversificación.